6 #LaRedflexión

Ayer caminé por estas calles.

Fue mi primer día,

hacía mucho frío.

Me sorprendieron los sonidos de la ciudad.

En Jordania, cuando caminas

es puro acoso sexual,

es imposible caminar

sin escuchar todo el tiempo estas frases horribles

esa gente horrible gritándote cosas.

Y claro, como ya habrás entendido

no puedes hacer nada

porque estarías dañando su honor

porque estarías dañando su honor

y te pueden matar.

Y así es como tus oídos se empiezan a cerrar

de a poco se van cerrando

se van cerrando

para poder caminar.

 

Ayer caminé por estas calles

y sentí que mis oídos se abrigan de nuevo

que podían prestar atención a lo que sucedía alrededor.

hay muchos sonidos en esta ciudad

muchos

todo suena

y escuchar es lindo.

 

Njoud Aghabi

Jordania

mujer

 

Este poema aparece en una compilación de Dani Zelko llamada Reunión: Frontera Norte. Dentro de Las Vanders nos gusta pensar que en lo sencillo de unas palabras francas podemos encontrar la complejidad de aquello que seguimos deshilachando para comprenderlo.

En el año 2020 de acuerdo al monitoreo en medios realizado por el CDM, hubo 278 muertes violentas de mujeres en Honduras.  Con base en la investigación realizada por el periódico El faro, más de tres mil mujeres fueron asesinadas los últimos ocho años en el Salvador, sin embargo, hasta finales de 2019, el sistema judicial solo ha logrado 259 condenas por feminicidio. Gracias al trabajo incansable del Observatorio Nacional de Feminicidio y muchas otras organizaciones, hoy sabemos que en México, a diario, asesinan a 12 mujeres en promedio. Hoy 1 de marzo del 2021, y después de buscar justicia para María Isabel, su madre Rosa Franco ha logrado llevar a sentencia a su feminicida después de luchar por 20 años en cortes nacionales e Internacionales en Guatemala.

 Ustedes se ¿preguntarán qué tiene que ver esto con un poema? ¿qué tiene que ver esto con la migración? Para nosotras los hilos se tejen más fino si miramos y escuchamos desde diversos lugares y sobre todo si son las compañeras las que nos interpelan.

Miram Miranda, defensora de tierra y territorio Garifuna, escribió en su twitter, cuando aconteció la caravana migrante de este enero 2021, un frase que revelaba mucho de lo que está pasando en nuestra región mesoamericana: Nos están obligando a migrar…

… Nos están obligando a migrar pero ¿qué significa esto y sobre todo en el marco de las tormentas tropicales Eta e Iota? Durante las tormentas tropicales se contabilizaron alrededor de 4 millones de personas damnificadas, siendo Honduras y Guatemala los territorios más afectados. Tan solo en Honduras y según datos de la Cepal, hacienden a $10.000 millones de dólares los daños por las tormentas, a los cuales se suman más de US$2.250 millones por pérdidas de la pandemia de Covid-19, un 10% del producto interno bruto (PIB) del país. Pero vayamos un poco más atrás cuando la revista Forbes y nuestros propios ojos registraron que en el 2019 en medio de unas ripiadas negociaciones entre México y Estados Unidos, el primero aprobó donaciones para programas sociales en El Salvador y Honduras el 20 de septiembre de 2019 por el Comité Técnico del Fondo de México. ¿De dónde salió el dinero? Tampoco lo tenemos claro, pero las donaciones se hicieron y se presentaron en televisión, por un lado, a un presidente que se muestra como un “joven encantador” que quiere el “cambio,” sin embargo en múltiples ocasiones Nayib Bukele ha mostrado sus ideas déspotas y conservadoras negando la lucha de las mujeres y personas de la diversidad sexual en el Salvador. Bukele mezcla al estado con la religión, mostrando su incapacidad para generar acciones frente al problema de pandillas sino es con castigo y muerte; y qué decir de Juan Orlando Hernández cuando su hermano ha sido detenido desde el 2018 en Estados Unidos por ser señalado como narcotraficante de gran escala. JOH se ha distinguido por ser un presidente autoritario con las personas y movimientos sociales pero desaparecido cuando el pueblo lo necesita, como cuando se dio la compra de clínicas móviles la cual fue anunciada como una estrategia que aliviaría la necesidad de hospitales para afrontar la pandemia de Covid-19 en Honduras. Sin embargo, en octubre del 2020 se convirtió en un escándalo por mala gestión y presunta corrupción en el país.

Este es el marco en el que viven las personas en países como El Salvador, Honduras, Guatemala y México pero ¿qué tiene que ver esto con un poema? Para nosotras tiene todo el sentido, las personas están migrando porque han tenido que cerrar sus oídos para poder seguir caminando, cuando caminar significa: la imposibilidad de la mujeres de vivir en sus territorios porque están siendo obligadas a migrar, las mujeres no pueden caminar solas, incluso en el día, porque las violaciones sexuales se dan en el espacio público e íntimo, sus entornos cercanos las sobrecargan, las explotan y no hacen un cuido por su vida. Las personas que defienden la tierra y el territorio están siendo asesinadas y desaparecidas porque las empresas extractivistas se han vinculado con gobiernos corruptos y con el crimen organizado, que muchas veces parecen la misma institución. No hay comida, no hay vivienda después de los desastres naturales, no hay atención médica y menos en medio de una pandemia, no hay acceso a justicia como lo que ha pasado con nuestra compañera Berta Cáceres… Lo único que resuena en los oídos es la sentencia de Miriam Miranda: Nos están obligando a migrar.

Es en estos contextos en donde las niñas, la jóvenes, las mujeres, las personas de la disidencia sexual están generando espacios de luz y resistencia al migrar, haciendo una apuesta política, íntima y colectiva, por un día volver a caminar y sentir que los oídos se abren, se abren en acciones para no tener miedo de la violencia, de no tener vivienda, de no poder pagar la comida de los seres queridxs, de no tener miedo a ser quien uno es y que escuchar vuelva a ser lindo otra vez y que en ese tránsito no se nos vaya la vida.

¿Y nosotrxs como sociedades y comunidades hasta cuándo vamos a querer escuchar?

Las Vanders